Basta, cállate que la fatalidad de tus palabras me obliga a tu sometimiento.
Trágate la saliva que siempre dejas a la mitad, para que puedas seguir escupiendo sobre mi nombre ya vacío.
Degolla cada uno de mis sentidos y ríe por el placer de ver mi sangre esparcida en cada uno de los rincones de tu perdón.
Calma... tu otra parte todavía no me ha vencido. ¿Quién es? aún te niegas a darle paso a su existencia, ¿Quizá intentas hacer burla sobre tí mismo?. No, los fúnebres desvelos que pasaste pensando en mi, te han hecho parte en un propio claustro de extinción.
Ya no odies a esa niña con quien competías sin que nadie/todos se de/n cuenta.
ResponderEliminarCreo que alguien a quien tú odies, merece todos y ninguno de tus escritos.
PD: Ya sabes que mi manera de pensar varía de una forma tan extraña e inexplicable que lo anteriormente escrito en este comentario carece totalmente de asidero alguno.
No es cierto, es mucho más coherente que mi redacción, son varias personas vinculadas en este escrito. Esa niña! bueno creo que la maté en lo último que le escribí pero la segunda persona a quien se lo dedico, es la ahora me impide y me motiva a escribir. Ya no sé que decir ni sentir.
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